Appearance & Reality > The Lord Jesus Christ > Truly Strong (5)
previous < Mensaje AR144 > next

MENSAJE AR144

Fuerza y poder: conceptos, problemas y peligros

Predicado en: 10 Jul 94 ▪ Editado en: 8 Jul 08


En este mensaje me gustaría examinar con ustedes los distintos tipos y conceptos de fuerza y poder, así como los problemas y peligros relacionados con éstos.

A menudo las personas asocian la fuerza y el poder con las riquezas, la posición social, la autoridad y la capacidad. Sin embargo, desde la perspectiva del reino de Dios, los anteriores no constituyen poder y fuerza verdaderos. Esta faceta del poder mundano no es más que una trampa tanto para creyentes como para incrédulos, y sabemos que la lucha por alcanzar este tipo de poder ha corrompido y destruido muchas vidas.

Por otra parte, hay creyentes que piensan que no vale la pena luchar por obtener poder mundano, pero que sí se debe luchar por alcanzar poder espiritual. Entonces se enfrascan en buscar el poder espiritual, pensando que se trata de algo encomiable y muy conveniente.

Ciertamente vale la pena buscar el poder espiritual que pertenece al Señor. Esto es algo positivo y fortalecedor, ya que nos da poder para servir al Señor y vencer al enemigo. Precisamente éste es el tipo de poder que se manifestó en la vida y en el ministerio del Señor Jesús, así como en la vida y en el ministerio de Pablo y de los demás apóstoles. Pero no todos los poderes espirituales son de este tipo. Por tanto, resulta importante que en nuestra lucha por fortalecernos en el Señor, interioricemos muy bien todo acerca de los problemas y peligros relacionados con este tema, para que no nos sintamos demasiado atraídos por las manifestaciones de poder espiritual, ni busquemos tener experiencias espirituales en demasía.

Aunque el Reino de Dios es espiritual e invisible, existen manifestaciones de poder espiritual. Pero no todas las manifestaciones de poder espiritual son de Dios. Existen también el reino de las tinieblas y los dominios de Satanás, así como manifestaciones de poder espiritual que pertenecen al maligno.

En las Escrituras se nos revela que las fuerzas de las tinieblas pueden ejercer poder espiritual y manifestarlo a través de seres humanos. Veamos dos ejemplos de ello:

Los hechiceros de Faraón

Éxodo 7:8–12
8 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
9 Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra.
10 Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra.
11 Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos;
12 pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos.

Desde el versículo 8 y hasta el 10 se nos muestra el poder de Dios manifestado a través de Moisés y Aarón, pero en los versículos 11 y 12, se nos muestra el poder del maligno manifestado a través de los hechiceros de Egipto. Percatémonos de que las fuerzas de las tinieblas tienen un poder limitado. En el versículo 12 se nos dice que la vara de Aarón devoró las varas de los hechiceros. En los versículos del 16 al 19 del capítulo 8, encontramos más pruebas de que ese poder era limitado.

Éxodo 8:16–19
16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el país de Egipto.
17 Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.
18 Y los hechiceros hicieron así también, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias.
19 Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

Aquí vemos cómo Dios, a través de Moisés y Aarón, convirtió el polvo de la tierra en piojos por todo Egipto. Los hechiceros de Faraón trataron de repetir el milagro utilizando sus artes ocultas, pero fracasaron. Entonces reconocieron que lo que Moisés y Aarón habían hecho, era una manifestación del poder de Dios.

Simón, el mago

A través de Simón el mago podemos ver otro ejemplo de cómo las fuerzas de la tinieblas manifiestan poder espiritual a través de un ser humano.

Hechos 8:9–11
9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.
10 A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios.
11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.

Durante mucho tiempo, Simón había practicado la magia y manifestado el poder de las fuerzas de las tinieblas. Decía ser alguien grande, y las personas lo veían como “el Gran Poder de Dios”, pero esto era falso. Lo que sucedía era que el maligno estaba obrando a través de él. Aun así, las personas habían sido engañadas y pensaban que se trataba de algo positivo, algo que debía ser admirado. Por pensar erróneamente que se trataba de una manifestación del poder de Dios, llamaban a Simón: “el Gran Poder de Dios”.

En muchas sociedades estas manifestaciones de poder llevadas a cabo por las fuerzas de las tinieblas, son a menudo vistas como manifestaciones del poder de Dios, provocando temor o incitando a la adoración, o ambos.

Es por ello que resulta importante que los creyentes tengan en cuenta que no todas las manifestaciones de poder espiritual, y no todas las experiencias espirituales son de Dios. Es muy provechoso tener conocimiento sobre este tema y aprender a protegernos de los engaños del maligno.

Experiencias espirituales engañosas

Las fuerzas de las tinieblas pueden operar engañosamente, haciendo que los creyentes interpreten una manifestación de poder espiritual del maligno como una manifestación del poder de Dios. Ciertamente muchos se han descarriado por culpa de experiencias espirituales y manifestaciones de poder espiritual que no pertenecen a Dios. En su Segunda Epístola a los Corintios 11:14, Pablo nos advierte que el maligno puede disfrazarse como ángel de luz.

A menudo sucede que los creyentes, al tener una experiencia espiritual agradable, sobre todo cuando ésta va acompañada de una sensación de paz y gozo, rápidamente llegan a la conclusión de que proviene de Dios. Pero estas conclusiones precipitadas pueden ser muy peligrosas. No debemos suponer que todas las experiencias que parecen elevar el ánimo desde el punto de vista espiritual, y parecen ser útiles para nuestro crecimiento, provienen de Dios. Podría tratarse de una mentira del maligno, y si la acogemos, podríamos estar estableciendo una relación con las fuerzas de las tinieblas. Esto, a su vez, puede hacer que la mentira crezca y se haga cada vez más grave, trayendo aparejada nuestra caída en una profunda esclavitud espiritual.

El apóstol Juan nos advierte que no creamos a todo espíritu, sino que probemos los espíritus para ver si son de Dios (1 Juan 4:1). Pablo nos aconseja que no nos dejemos influenciar por espíritus engañadores, sobre todo en los postreros tiempos (1 Timoteo 4:1).

Ambición de poder y autoridad

Existen momentos en los que debemos buscar el poder espiritual. Pero necesitamos conocer los problemas y peligros asociados al poder, así como la forma correcta de buscarlo.

Examinemos de nuevo Hechos, capítulo 8.

Hechos 8:12–13
12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
13 También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.

Cuando Simón escuchó la predicación de Felipe, creyó, como también lo hicieron muchos otros. Continuó al lado de Felipe, y así se sintió atraído por las manifestaciones más evidentes del poder, como los milagros, las señales y los prodigios.

Poco después, llegaron Pedro y Juan procedentes de Jerusalén. Oraron e impusieron las manos en los creyentes para que recibieran el Espíritu Santo. Esto dejó a Simón aún más atónito.

Hechos 8:18–23
18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.
20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.
21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.
22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón;
23 porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.

Cuando Simón vio que el Espíritu Santo descendía sobre las personas tocadas por los apóstoles, quiso también poder hacer lo mismo. Sus razones eran obviamente impuras, y su perspectiva era errónea. Él ambicionaba poseer un sentido de poder y autoridad. Quería que las personas le admiraran; quería ser el centro de atención. ¡Llegó inclusive a ofrecer dinero a los apóstoles para que le otorgaran semejante poder y autoridad!

Al leer este pasaje, podemos pensar que esa situación no nos atañe. Sin embargo, debemos detenernos a reflexionar más cuidadosamente sobre este tema.

Muchos creyentes desean tener poder espiritual y autoridad, pensando que al poseer semejante poder y autoridad podrán servir realmente a Dios y ser más eficaces y poderosos. También creen que con estos dones harán grandes cosas para la gloria de Dios y para el progreso de Su reino. Pero los creyentes que anhelan estas cosas, tal vez no se dan cuenta de que algo podría andar mal en sus corazones.

Ciertamente es encomiable que deseemos servir a Dios. Pero, ¿no subyace acaso también en nosotros el deseo de poseer autoridad y poder para recibir la admiración y el respeto de los demás?

A pesar de que Simón había hecho profesión de fe en el evangelio y había creído en el Señor Jesucristo, en su corazón aún quedaban deseos impuros. En el versículo 22, Pedro le dice a Simón que se arrepienta de su maldad. Pedro le dice: “… porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” (versículo 23). La “prisión de maldad” podría referirse aquí a la magia que Simón había practicado, o a las fuerzas de las tinieblas que habían operado en su vida pasada, o al hecho de aún estar esclavizado por las fuerzas del maligno. También podía referirse a los deseos pecaminosos de su corazón al querer ser el centro de atención, al deseo de ser poderoso y reconocido como tal. Aunque profesaba fe en Cristo, aún estaba esclavizado debido a sus deseos y anhelos impuros, situación que se tornaba peor debido a su relación pasada con las fuerzas de las tinieblas.

Debemos desear que el Señor nos llene de poder para ser verdaderamente fuertes. Sin embargo, es importante que primero examinemos nuestros motivos. Algunos de los motivos legítimos para desear este poder serían:

1. Amor hacia Dios y deseo de vivir Su verdad

Nuestro anhelo de poseer fuerza espiritual debe estar motivado por nuestro amor al Señor, nuestro amor por la verdad y nuestro deseo de vivir esa verdad y hacer la voluntad perfecta de Dios. Ésta debe ser nuestra motivación primordial si deseamos experimentar el poder de Dios.

2. Anhelo por ver cumplidos los propósitos de Dios

Dios nos da poder con un propósito. Él no nos otorga poder para que disfrutemos de una sensación de poder o autoridad. Él no nos otorga poder para que nos entreguemos a caprichos o para que nos alabemos. Él nos da poder para que cumplamos con Sus propósitos. Por tanto, nuestro anhelo de experimentar el poder espiritual del Señor debe ir acompañado del anhelo de ver cumplidos los propósitos de Dios.

3. Deseo de desarrollar un carácter y una actitud correctos

El anhelo de ser verdaderamente fuerte debe también acompañarse de un deseo de fomentar actitudes positivas y un buen carácter. De no ser así, las ansias de poder (aunque se trate del poder de Dios) pueden tornarse dañinas, e incluso peligrosas. Debemos dar más prioridad al desarrollo de una buena actitud y un buen carácter, que al hecho de adquirir poder, pues de existir motivos ilegítimos, como el orgullo de nuestros corazones o el deseo de ser reconocidos, estaríamos dándole lugar al maligno para que actúe en nosotros.

4. Reconocimiento de nuestras debilidades y de nuestra necesidad de Dios.

El deseo de ser verdaderamente fuertes debe provenir también del hecho de reconocer que somos de naturaleza débil, e incapaces de poner en práctica la verdad de Dios por nosotros mismos. Sabemos que si el Señor no nos da el poder, ciertamente fallaremos. Por eso buscamos Su fuerza para poder ser fieles a Él.

Si nuestros deseos de experimentar poder espiritual se ven empañados por deseos impuros y motivos equivocados, entonces tendremos dificultades a la hora de experimentar el poder verdadero. Pero lo más grave es que nos volveremos vulnerables ante los ataques del maligno. Esto puede conducir a una esclavitud y a complicaciones terribles, sobre todo si esos motivos ilegítimos van acompañados de perspectivas erróneas y de una comprensión equivocada. Examinemos juntos tres panoramas graves:

Primer panorama: personas que “vacían” su mente

Algunas personas creen que para que el Espíritu Santo pueda venir y llenar sus corazones, primero deben “vaciarse”. Esto se ve con bastante frecuencia. Puede tratarse de una práctica individual o en grupo. En ella, el individuo procura “vaciarse” tratando de no aferrarse a nada. Pone su mente en blanco, y deja de pensar. Entonces le pide a gritos al Espíritu Santo que entre en él y tome el control de su vida. Pero al hacerlo, está abriendo su mente a un espíritu externo para que entre y tome control de su vida y de sus facultades. Esta perspectiva lo hace muy vulnerable a la llegada de espíritus malignos que pueden entrar en él y poseerlo. Ésta es una perspectiva errónea, pues el Espíritu Santo no desea llegar a nuestras vidas y tomar control de nosotros y de nuestras facultades de esa manera. Sin embargo, los espíritus malignos sí están ansiosos por hacerlo.

Segundo panorama: personas que experimentan emociones fuertes o abrumadoras que nublan sus ideas, debilitan su dominio propio, e impiden que ejerzan adecuadamente sus facultades

En una atmósfera que estimule la expresión de emociones fuertes y abrumadoras, la situación puede agravarse. En dicha atmósfera a veces se toca música alta, se elevan las voces, y las personas vociferan. Al igual que en el panorama anterior, esto puede tener lugar de forma individual o en grupo.

Algunas personas creen que existe un vínculo entre la emotividad, la sinceridad espiritual y el experimentar de forma genuina la presencia de Dios. Creen que para ser espirituales, necesitan experimentar emociones fuertes de profundo amor y de anhelo por Dios, y manifestarlas abiertamente. La relación que tenemos con Dios de cierto involucra nuestras emociones, pero una experiencia espiritual emocional de esa magnitud puede ser obra del maligno. La persona puede creer erróneamente que está sintiendo al Espíritu de Dios y que se está convirtiendo en una persona más espiritual. Puede también pensar que el Espíritu de Dios le estimula a avanzar más en esa dirección.

Necesitamos saber reconocer la diferencia entre una exaltación emocional, y un amor profundo y vehemente por Dios. Las emociones tienen su momento. Pero hay que saber que, cuando experimentamos emociones en el Señor, éstas nunca nublarán nuestras ideas, no debilitarán nuestro dominio propio, ni impedirán que ejerzamos adecuadamente nuestras facultades. Por el contrario, Dios desea que siempre tengamos dominio propio, y que estemos en el ejercicio de nuestras facultades. De hecho, el dominio propio es uno de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22–23). Por lo tanto, al experimentar emociones que verdaderamente provengan del Espíritu Santo, nuestras facultades, en lugar de verse reducidas o totalmente anuladas, se verán fortalecidas.

Las fuerzas de las tinieblas desean todo lo opuesto, es decir, anhelan tomar el control de nuestras vidas y dominarlas. Su objetivo es obstaculizar el correcto ejercicio de nuestras facultades para convertirnos en presa fácil.

El modus operandi de las fuerzas de las tinieblas es completamente diferente a la manera en que obra el Espíritu Santo. Las fuerzas de las tinieblas quieren controlarnos y obligarnos a satisfacer sus deseos, pero el Espíritu Santo desea que nosotros tomemos la decisión de cooperar con Él activamente. Este es un principio muy importante que debemos recordar.

El Señor Jesús nos manda a amar al Señor nuestro Dios con toda nuestra mente (Mt. 22:37). Y Pablo enfatiza en la importancia de tener una mente renovada, en Romanos 12:1–2. Dios desea renovar nuestra mente. Debemos amarle con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente – una mente que haya sido transformada. Dios desea que cooperemos con Él haciendo uso de una mente clara. Y el Espíritu de Dios que mora en nosotros desea ayudarnos a pensar con claridad en consonancia con los principios bíblicos.

En 1 Corintios 14:32, Pablo nos dice que “… los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”. Aquí el principio es que aun cuando el Espíritu de Dios esté obrando dentro de nosotros, nuestro espíritu sigue estando sujeto a nosotros. Podemos controlar nuestro espíritu. Esto significa que el Espíritu de Dios no entra para tomar control de nuestro espíritu dejándonos incapacitados para ejercer un control adecuado sobre el mismo.

Debemos, en todo momento, mantener y ejercer control sobre nuestras facultades, y podemos lograrlo decidiendo cooperar activamente con el Espíritu de Dios en las obras que Él desea hacer en nosotros y a través de nosotros.

Tercer panorama: personas que perciben una conexión entre el hablar en lenguas y el ser llenos del Espíritu Santo

Algunos cristianos sostienen que cuando una persona es llena del Espíritu Santo, debe demostrarlo hablando en lenguas. Éstos afirman que, cuando alguien ha sido verdaderamente lleno del Espíritu Santo, debe demostrarlo hablando en lenguas. Pero las Escrituras no enseñan esto.

El hecho de pensar que existe una relación entre el ser lleno del Espíritu Santo y el hablar en lenguas, puede hacer que los creyentes deseen intensamente poder hablar en lenguas. Estos creyentes pueden, por diversas vías, intentar alcanzar su objetivo. Esto a su vez puede proporcionar un ambiente ideal para que las fuerzas de las tinieblas introduzcan un sentimiento falso. Y los creyentes pueden recibir con alegría estos falsos sentimientos, sin percatarse de que no son de Dios. Cuando esto tiene lugar, el creyente entabla una relación con el espíritu maligno que originó ese falso sentimiento, y cae bajo su influencia y esclavitud.

En nuestro empeño por ser verdaderamente fuertes, necesitamos comprender los principios espirituales relacionados con esta condición, y ser capaces de discernir si las cosas no van bien. En nuestro deseo de servir al Señor y de ser llenos de poder por parte del Espíritu Santo, debemos ser conscientes de los peligros que esto entraña, y asumir un enfoque correcto. Al tener una experiencia espiritual, aunque parezca que proviene de Dios, debemos ser cuidadosos. No debemos dar por sentado que es de Dios ni recibirla con rapidez. Si lo hacemos, y se trata de una experiencia espiritual proveniente de las fuerzas de las tinieblas, podemos terminar siendo esclavos espirituales. Por tanto, necesitamos estar alertas, especialmente cuando tengamos experiencias espirituales inusuales. Resulta de gran ayuda adoptar la postura en nuestros corazones de recibir solamente lo que pertenece a Dios y rechazar todo lo que pertenezca al maligno.

Cuando las fuerzas de las tinieblas están obrando activamente en nuestras vidas, puede resultar difícil buscar ayuda, pues dichas fuerzas pueden intentar impedir que lo hagamos. Por ejemplo, pueden recalcarnos que hemos sido llamados especialmente por el Señor, que Dios nos está proporcionando una experiencia especial, que debemos confiar en Dios y no depender de las personas, porque nuestra experiencia es algo especial entre Dios y nosotros. Si creemos en estas ideas, no podremos abrir nuestro corazón para recibir ayuda cuando más la necesitamos.

Pero cuando en la iglesia existe un verdadero espíritu cristiano, Dios nos proporciona hermanos que pueden ayudarnos. Dios no desea que nos aislemos ni vivamos de forma independiente. Él desea que nos ayudemos unos a otros, que velemos unos por otros. Por tanto, al tener experiencias espirituales inusuales, es importante que busquemos la ayuda de cristianos más maduros que puedan aclararnos su naturaleza, para de esta manera evitar caer en serias dificultades espirituales.

Ciertamente existe una tendencia, aun entre creyentes, de impresionarse y sentirse atraídos por las manifestaciones más evidentes y espectaculares del poder, tales como los milagros, las sanidades y las expulsiones de demonios. Sin embargo, hay creyentes que son escépticos ante tales manifestaciones de poder. Creen que Dios ya no se manifiesta a través de milagros y sanidades realizados por las personas, y que esos dones cesaron después de los tiempos neotestamentarios. Ellos creen que estas manifestaciones de poder deben pertenecer, por tanto, al maligno.

He leído algunos escritos redactados por personas que tienen ese criterio, pero aún no he encontrado ningún pasaje bíblico que confirme esta opinión. Por tanto, este criterio tampoco se ajusta a la realidad espiritual.

En el reino de Dios la verdadera fuerza y el verdadero poder pueden incluir manifestaciones genuinas del poder del Señor.

Atribuirle al maligno lo que es del Señor, es un error grave. Si se trata de una expresión genuina del poder de Dios, y la calificamos categóricamente como una manifestación del maligno, podemos provocar la ira de Dios. Por ello, si no estamos seguros acerca de la naturaleza de la manifestación, no debemos hacer afirmaciones categóricas de ningún tipo. En este ámbito, como en los demás, necesitamos adoptar un enfoque prudente, equilibrado y bíblico.

Dios es soberano. Él posee la prerrogativa de obrar como mejor le parezca, de acuerdo con Su perfecta sabiduría. Él puede aún obrar milagros y realizar sanidades utilizando a las personas. Él es el Dios Todopoderoso y puede otorgar esos dones espirituales a Sus hijos. Esos dones se describen en 1 Corintios 12–14. El espíritu de Dios es el encargado de repartir los dones de la forma que Él estima conveniente. Nunca debemos decir que Dios ya no lleva a cabo dichas manifestaciones de poder a través de las personas, o que no se han podido poner en práctica tales dones de forma genuina después de los tiempos neotestamentarios, a menos que poseamos una base bíblica certera e inequívoca que respalde ese criterio.

Existe una diferencia entre el hacer uso de un don y el desplegar una manifestación de poder relacionada con éste. Una persona puede manifestar el poder de Dios sin poseer el don espiritual relacionado con esa manifestación. Dios puede obrar un milagro a través de una persona, pero esto no significa que esa persona posea el don espiritual de hacer milagros.

Las manifestaciones del poder de Dios no siempre son sinónimo de salud y madurez espiritual

Dios no siempre obra milagros a través de individuos que son espiritualmente fuertes. Él puede hacerlo también a través de aquellos que son débiles desde el punto de vista espiritual.

Veamos el ejemplo de los cristianos de Corinto. A ellos no les faltaban dones espirituales (1 Corintios. 1:7). Sin embargo, Pablo los describe así:

1 Corintios 3:1–3
1  De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,
3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

Pablo no podía hablarles como a hombres espirituales puesto que eran hombres carnales; eran niños en Cristo. Sólo podía darles leche a beber, pues no eran capaces de recibir alimentos sólidos. No eran espirituales, sino carnales. Y, sin embargo, poseían varios dones espirituales, incluyendo el hablar en lenguas, el hacer milagros y el don de la sanidad, tal y como se refleja en 1 Corintios 12–14. Por lo general, dedicaban una excesiva atención a estas cosas, sobre todo al hablar en lenguas. Resulta importante tener una visión abarcadora de los problemas relacionados con esa situación, y Pablo buscaba precisamente ayudarlos en ese sentido.

A veces los individuos espiritualmente fuertes no manifiestan el poder de Dios de forma espectacular

En contraposición a estos cristianos de Corinto, las Escrituras destacan la figura de un hombre que era verdaderamente fuerte y que, sin embargo, no realizaba señales. Y estamos hablando del Nuevo Testamento, período en el que los que servían al Señor de forma eficaz manifestaban grandes señales y prodigios.

Examinemos tres versículos que describen a este hombre, a Juan el Bautista:

Lucas 1:15
“… porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre”.

Lucas 1:80
“Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”.

Juan 10:41
“Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad”.

A pesar de ser fuerte en espíritu y de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre, Juan el Bautista no hizo señales. Esto nos demuestra que Dios a veces no realiza obras milagrosas o sanidades a través de individuos que son realmente fuertes.

Debemos preguntarnos: ¿estamos concentrándonos en las cosas que son realmente importantes? ¿Nos concentramos en las manifestaciones externas, en vez de concentrarnos en las cosas cruciales, como la verdad, el sano conocimiento, el buen carácter y el ser uno con Dios en cuanto a corazón y dirección?

Sólo cuando nos concentramos en hacer lo que es correcto, podemos estar listos para pedirle a Dios que nos llene con Su Espíritu Santo. Buscamos ser fieles a Dios, pero reconocemos que somos débiles y que necesitamos que el Espíritu de Dios nos llene de poder. De esa manera le pedimos a Dios que nos llene con Su Espíritu. Y resulta útil cada cierto tiempo pedirle a Dios que nos llene de nuevo con el Espíritu Santo.

Poder adicional para enfrentar situaciones específicas

Aun estando llenos del Espíritu Santo, es adecuado pedirle a Dios que nos dé poder adicional para enfrentar situaciones que exigen más de nosotros o que son trascendentales.

Examinemos el ejemplo de Hechos 4:8. Pedro había sido lleno del Espíritu Santo en Pentecostés, y estaba ministrando con poder (Hechos 2 y 3). A través de él se estaban realizando señales y milagros, y estaba predicando el evangelio con poder. En una ocasión, fue llevado ante el Concilio, es decir, el tribunal supremo judío o Sanedrín, donde le interrogaron.

Hechos 4:7–8
7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel:

Pedro ya estaba lleno del Espíritu. Pero aquí se nos dice: Pedro, “lleno del Espíritu Santo” (o como dice la nota al margen de la versión en inglés NASB [Nueva Biblia Norteamericana Clásica]: “siendo lleno en ese momento del Espíritu Santo”), se dirigió a los gobernantes y a los ancianos. Es decir, que fue lleno de nuevo y recibió poder especial para enfrentar esta situación. Era importante que diera un testimonio eficaz, potente y exacto ante el Concilio, que estaba conformado por los líderes religiosos y seculares de Israel.

Hechos 4:13
Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.

Pedro era un pescador sin letras y del vulgo. Sin embargo, al haber recibido poder del Señor, pudo dar un testimonio excepcionalmente eficaz ante un concilio conformado por eruditos.

Hay un pasaje útil que nos ayuda a reflexionar en lo tocante a los problemas que hemos examinado. En Mateo 7:22–23, ya al finalizar el Sermón del Monte, el Señor Jesús dice:

Mateo 7:22–23
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Aquí el Señor Jesús nos dice que en el día del Juicio muchos le dirán que profetizaron, que echaron fuera demonios y que hicieron milagros en Su nombre. Pero entonces el Señor Jesús les dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

No queda muy claro a qué categoría de persona se refiere el Señor Jesús en este pasaje, pero sólo hay dos posibilidades:

  • Que estas personas fueran creyentes verdaderos en algún momento determinado. Llamaban a Jesús Señor, profetizaban y echaban fuera demonios en Su nombre, pero luego degeneraron. Aun así, continuaron ejerciendo estos dones espirituales. Sin embargo, sus obras dejaron de tener sentido. Por ello, el Señor no sólo rechazará sus obras y su servicio, sino que también los rechazará a ellos. En el pasaje no se aclara si los dones espirituales que ellos ejercieron ulteriormente fueron del Señor o falsificaciones del maligno.
  • Que estas personas no fueran verdaderos creyentes, pero creían serlo. Llamaban a Jesús Señor, hacían milagros y echaban fuera demonios en Su nombre, pero realmente estos supuestos dones espirituales no eran más que falsificaciones del maligno, y por esto, tanto ellos como sus obras serán rechazados por el Señor.

En los versículos anteriores, el Señor Jesús había hecho una advertencia sobre los falsos profetas.

Mateo 7:15
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.”

El Señor Jesús nos dice que por sus obras los conoceremos. Luego habla del árbol malo que produce frutos malos, y del árbol bueno que produce frutos buenos (versículos del 16 al 20), y nos advierte que no todo aquel que le diga “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos (versículo 21). En este contexto, Él dice: “Muchos me dirán en aquel día …”. Entonces es posible que Mateo 7:22–23 se refiera no a los verdaderos creyentes, sino a los falsos profetas.

Analicemos tres puntos que surgen de este pasaje:

1. Lo que parece bueno, puede ser realmente negativo.

Es posible decir y hacer cosas que parezcan buenas y positivas, pero que en verdad sean negativas. En Mateo 7:22, estas personas se dirigían al Señor Jesús como “Señor”; profetizaban, echaban fuera demonios y hacían muchos milagros en Su nombre. Desde el punto de vista de las apariencias, lo que hacían parecía positivo, pero en realidad no lo era porque no existía una realidad interna positiva que se correspondiera con la externa.

2. Podemos pensar que estamos sirviendo al Señor, y estar equivocados.

Este pasaje sugiere que estas personas creían estar sirviendo al Señor. Pero el hecho de pensar que le servían, no significaba que realmente lo hicieran, ni que lo que hacían era aceptable ante Él.

Algunos pueden ser impostores que intentan aprovecharse de los demás alegando que son del Señor. Pero también puede haber personas que están siendo engañadas, pensando que están sirviendo al Señor, cuando en realidad están siendo usadas por el maligno.

Esto también sucede con los creyentes. Podemos pensar que estamos sirviendo al Señor, cuando la realidad es que el maligno está manipulando y usando nuestras vidas. Si éstas no están en el camino correcto, entonces podemos estar haciendo cosas negativas y destructivas en el nombre del Señor.

3. La calidad de la vida y del carácter es la que determina el verdadero valor de nuestro servicio.

La calidad de nuestras obras y servicios no es determinada por sus manifestaciones externas. El hacer milagros, el echar fuera demonios y el profetizar en el nombre del Señor, pueden parecer impresionantes, pero no tendrán valor alguno ante Él si nuestros corazones no son rectos. El Señor Jesús dice: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (versículo 23). La práctica de la maldad indica que algo no está bien en el corazón. Cuando el corazón no es recto, lo que de él proviene no será un buen fruto; no será agradable al Señor. Pero la verdadera naturaleza de nuestro carácter y nuestra vida, así como su realidad interna, serán los que determinarán la calidad de nuestras obras y servicios.

Si deseamos hacer la voluntad de Dios y vivir una vida fructífera y victoriosa, necesitamos experimentar el poder de Dios trabajando en y a través de nuestras vidas. Una vida semejante debe estar basada en las cualidades positivas del hombre interior, en el conocimiento de la verdad, y en una relación estrecha con Dios. Cuando en el corazón del creyente hay un buen carácter y unas cualidades positivas, unidos a un conocimiento de la verdad y una relación buena con Dios, éste podrá llevar buen fruto de forma continua, a medida que camine en comunión con Dios, guiado e investido de poder por el Espíritu Santo.

Esta es ciertamente la esencia de las enseñanzas del Señor cuando dice, en Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.


1. ¿Es conveniente que los cristianos procuren tener poder espiritual? ¿Por qué sí, y por qué no?

2. El poder espiritual puede pertenecer al maligno. ¿Qué ejemplos hallamos en la Biblia de fuerzas de las tinieblas que manifiestan poder espiritual a través de seres humanos?

3. Comparta lo que haya comprendido sobre las advertencias de 2 Corintios 11:14; 1 Timoteo 4:1 y 1 Juan 4:1 acerca de que debemos evitar ser engañados por las fuerzas de las tinieblas. ¿Cómo podemos protegernos para no ser engañados?

4. ¿Cuáles son los motivos legítimos para desear fuerza espiritual y experiencias de poder espiritual?

5. ¿Qué ha comprendido acerca de los peligros que implica la presencia de motivos equivocados, perspectivas erróneas y una comprensión equivocada en la búsqueda de fuerza espiritual y de experiencias de poder espiritual?

Copyright
The content of this message is protected by Copyright © 2001 - 2012 Lim Kou. Permission is given to print and reproduce part (where the meaning intended is retained and the part is not quoted out of context) or all the content, for personal use or for distribution, on condition that there is proper acknowledgement, no changes are made and the content distributed free of charge. Please be prayerful and discreet in distributing or making the content available to others. This paragraph and that below should be included in any and all content reproduced for distribution.

Scripture Quotations
Scripture quotations unless otherwise stated, are taken from the NEW AMERICAN STANDARD Bible ®, Copyright © 1960, 1962, 1963, 1968, 1971, 1972, 1973, 1975, 1977, 1995 by The Lockman Foundation. Used by permission.

Appearance & Reality > The Lord Jesus Christ > Truly Strong (5)
previous < Mensaje AR144 > next

Valid XHTML 1.0 Strict