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MENSAJE AR143

Vencedores: listos para la guerra espiritual; un ejército eficaz para Dios

Predicado en: 19 Jun 94 ▪ Editado en: 8 Aug 07


En este mensaje me gustaría considerar con ustedes el importante tema de la preparación en la guerra espiritual. Aquellos que son verdaderamente fuertes, deben aprender a enfrentar los ataques del enemigo y a vencerlo, para que los propósitos de Dios puedan realizarse.

Ellos deben aprender a ser buenos soldados de Cristo en dos niveles:

  • A nivel personal
  • A nivel corporativo: un ejército eficaz para Dios

Antes de adentrarnos en el tema de la preparación para la guerra espiritual, me gustaría hacer algunos breves comentarios sobre dos aspectos relacionados:

  • Diferentes niveles de fortaleza
  • Algunas cuestiones que minan nuestra fortaleza y nos dejan vulnerables

Podemos tener diferentes niveles de fortaleza; no se trata simplemente de si somos fuertes o no. El crecimiento espiritual es un proceso, y podemos crecer para hacernos cada vez más fuertes.

Es posible que una persona tenga una valoración errónea del nivel de su fortaleza espiritual. Cuando ve que su vida está sin complicaciones, puede pensar que es fuerte, y en realidad no serlo. Puede ser debido a que no está enfrentando mucha presión ni oposición espiritual. También puede ser porque está recibiendo apoyo espiritual significativo, como la oración, el ánimo y la ayuda de otros.

A otra persona puede que le esté yendo bien en la mayoría de las circunstancias, pero cuando las dificultades aumentan y las presiones espirituales crecen, puede hallarse abrumado e incapaz de lidiar con ellas. Cuando esto sucede, esta persona puede pensar entonces que es débil. En realidad, lo que está en su interior no ha cambiado. Este es un aspecto que debemos tener en cuenta al tratar de entender el verdadero estado de una persona.

Debemos dirigir nuestro objetivo a ser capaces de atravesar bien cualquier tipo de situación, ya sea fácil o difícil. Si no podemos hacer frente en los tiempos de prueba, nuestra fortaleza está limitada. Leemos esto en Proverbios 24:10:

Proverbios 24:10
Si fueres flojo en el día de trabajo,
Tu fuerza será reducida.

Muchos de nosotros no somos capaces de hacer frente incluso a contextos relativamente fáciles. Considere la respuesta de Dios a Jeremías después que él se quejó al Señor por las dificultades que estaba atravesando.

Jeremías 12:5
Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?

El Señor le preguntó a Jeremías: “Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?”. “La tierra de paz” se refiere a un contexto relativamente fácil, mientras que “la espesura del Jordán” se refiere a uno más difícil. Si nos agotamos cuando corremos con hombres a pie, ¿cómo podemos competir con caballos? Cuando las presiones crezcan, cuando los retos sean más grandes, ¿cómo los vamos a enfrentar? ¿Cómo vamos a hacer para que nos vaya bien?

Estas son palabras que tenemos que tener muy en cuenta. Nosotros debemos prepararnos para las dificultades que nos esperan. A medida que nos acercamos a la Segunda Venida de Cristo, las presiones espirituales aumentarán.

Si queremos servir bien al Señor y tener una parte más significativa en el cumplimiento de los propósitos de Dios, tenemos que prepararnos para las presiones y guerras espirituales importantes. Si ya descubrimos que nos es difícil lidiar con circunstancias relativamente fáciles, debemos sentir la urgencia de desarrollar bien nuestras vidas, para que podamos hacer frente cuando vengan tiempos más difíciles.

No debemos sólo lamentarnos de nuestras debilidades, sino acudir al Señor para que nos ayude a vencerlas desarrollándonos bien, y considerar cómo podemos ayudarnos los unos a los otros a crecer verdaderamente fuertes y juntos en la vida de la iglesia.

Aprendamos a ser como el hombre bendecido cuya fortaleza está en el Señor, y va de poder en poder.

Salmo 84:5, 7
5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
7 Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion.

El versículo 5 nos dice que la verdadera fuerza está en el Señor. Por tanto, no confiemos en nuestra propia fuerza, sino en la del Señor. El versículo 7 nos dice que nuestra fuerza puede crecer. Entonces, no seamos indiferentes ni nos desalentemos; más bien, alcemos los ojos a Dios para que nos ayude a crecer en fortaleza cada vez más, porque Él ha provisto todo lo que necesitamos para que lo hagamos.

Algunas veces nos preguntamos por qué somos tan débiles. Me gustaría considerar con ustedes de manera breve algunas cuestiones que socavan nuestra fortaleza. Ellas son opuestas a las características positivas del verdaderamente fuerte, las cuales contemplamos en el mensaje anterior.

En el mensaje pasado observamos que la fortaleza verdadera tiene una estrecha relación con nuestra estatura moral y espiritual, con la fe, el gozo, la anchura y la profundidad del conocimiento, la sabiduría y la calidad del carácter. Sin embargo, el pecado, la duda, el temor, la ansiedad, el desaliento, la tristeza del mundo, la ignorancia, la necedad y todos los rasgos negativos de carácter, nos dejan débiles y vulnerables ante los ataques del maligno.

1. El pecado en nuestras vidas

Una cuestión de suma importancia que socava nuestra fortaleza es el pecado. El pecado en nuestras vidas es contrario y obstaculiza el desarrollo de las cualidades morales positivas del carácter y del ser interior.

Salmo 31:10
… porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.

El salmista dice: “Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad”. El pecado en nuestra vida agotará nuestra fuerza. Si no lo resolvemos, nos haremos más y más débiles.

Veamos otro salmo:

Salmo 32:3–4
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.

Estos dos versículos hablan de los efectos del pecado no resuelto. “Mientras callé”—cuando tratamos de ocultarlo, cuando nos negamos a enfrentarlo o reconocerlo, a arrepentirnos de él—habrá efectos adversos en nuestro cuerpo. Nuestro ser se consumirá.

“En mi gemir todo el día” probablemente se refiera, no sólo al gemir exterior, sino también a algo profundo dentro. No estamos en paz en nuestro interior.

“Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano”. Esto nos dice que Dios no se agrada de nosotros cuando dejamos pecados sin resolver, y que Su disciplina vendrá sobre nosotros.

“Se volvió mi verdor en sequedades de verano”—“el verdor”, o “vitalidad” (LBLA), es importante para que nos pueda ir bien. La Biblia de las Américas traduce ‘vigor’ como ‘vitalidad’ y añade una nota con su significado literal: “mi savia vital”. La vida se va consumiendo cuando nos negamos a resolver nuestro pecado.

Cuando nosotros racionalizamos, justificamos o escondemos nuestro pecado, o cuando nos negamos a hacerle frente, nuestra fuerza se agota y nuestro ser sufre. Esto es así porque la fortaleza verdadera está estrechamente vinculada a una relación saludable con Dios. Cuando pequemos, habrá una barrera entre Dios y nosotros. Dios no tendrá la libertad para obrar en nosotros, y esto afectará el libre fluir de Su vida y fuerza en nosotros. Esa es la razón por la que el salmista dice que su verdor (o savia vital) se secaba.

El salmista continúa en el versículo 5:

Salmo 32:5
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.

El salmista encontró el perdón cuando confesó sus transgresiones al Señor. Debemos ser cuidadosos para no pecar, pero si lo hacemos, aprendamos del salmista a confesar nuestro pecado y a arrepentirnos de él, para que podamos recibir el perdón de Dios y ser restaurados a la comunión con Dios.

2. Duda, temor y ansiedad

Otro aspecto que socava la fortaleza espiritual es la duda, el temor y la ansiedad. Estas son indicaciones de falta de fe y obstaculizan la obra de Dios en nuestras vidas. Si estamos llenos de duda, temor y ansiedad, nuestra fortaleza se quebrantará porque no podemos confiar en Dios de manera adecuada, descansar en Él y hacer bien nuestra parte.

El maligno busca promover la duda, el temor y la ansiedad en nosotros para debilitarnos y hacernos vulnerables ante sus próximos ataques. Debemos aprender cómo estar firmes para rechazar y vencer estos dardos y misiles del maligno.

3. Desaliento y tristeza del mundo

Cuando pasamos por tiempos difíciles y no somos capaces de sobreponernos, podemos caer en el desaliento. Cuando nos desalentamos, podemos deprimirnos, y nuestros corazones carecerán de gozo. El dolor del mundo produce muerte (2 Co. 7:10).

En el mensaje pasado vimos lo siguiente: “el gozo del Señor es vuestra fuerza” (Neh. 8:10). Pero la depresión o la tristeza del mundo producen muerte; es lo opuesto al gozo y socava nuestra fuerza.

Es importante que no demos lugar al desaliento ni a la tristeza del mundo. Podemos vencerlos acercándonos a Dios, acudiendo a Él para que nos fortalezca, confirmando nuestra fe en Él y regocijándonos en Él.

4. Ignorancia

Algunos de nosotros podemos pensar que la ignorancia es una bendición. Podemos pensar que mientras más sepamos, mayor será nuestra responsabilidad, de modo que es mejor no saber mucho. Pero la ignorancia o la falta de conocimiento verdadero nos dejan débiles y vulnerables. Nosotros hemos visto que el conocimiento de la verdad y lo que se revela en las Escrituras es muy importante para la verdadera fortaleza.

5. Necedad, autosatisfacción y descuido

La necedad, la autosatisfacción y el descuido se oponen a la sabiduría, la diligencia y la vigilancia. Las últimas son rasgos de salud espiritual y son importantes para la fortaleza espiritual. Los primeros nos dejan débiles y vulnerables.

6. Rasgos negativos del carácter

Los rasgos negativos como la impaciencia, la amargura, el orgullo, la ambición, el ser desagradable y agresivo contristan al Espíritu Santo. El maligno va a promover estos rasgos negativos en nuestro interior porque ellos nos debilitan espiritualmente y nos convierten en presas fáciles de sus astutas maquinaciones. Las Escrituras nos advierten que no las ignoremos.

Pidamos al Señor que nos ayude a enfrentar con decisión las distintas áreas que pueden socavar nuestra fortaleza. Algunas de ellas pueden tratarse con inmediatez, mientras que otras más arraigadas, como el orgullo, pueden requerir de más tiempo. Si queremos ser fuertes en el Señor, debemos estar determinados a resolver cada una de ellas. No pongamos excusas a empeñarnos en trabajar en ellas.

Ahora vamos a considerar el tema de la preparación en la guerra espiritual, y cómo se relaciona con nuestro proceso de ser verdaderamente fuertes.

Lo reconozcamos o no, estamos en medio de una intensa guerra espiritual. El maligno no sólo procura oponerse a la voluntad de Dios, sino que actúa de manera activa en la vida de todas las personas, creyentes y no creyentes. La manera en que nos desenvolvemos en la guerra espiritual tiene una gran importancia eterna, tanto para nuestras vidas individuales como para la obra de Dios.

No le dé al diablo una oportunidad

Efesios 4 tiene una gran importancia para todo este tema de la guerra espiritual y el ser verdaderamente fuerte. Leemos en el versículo 27:

Efesios 4:27
… ni deis lugar al diablo.

Aquí el apóstol Pablo nos dice que no le demos al diablo un lugar u oportunidad de obrar en nuestras vidas. Más bien, debemos ordenarlas de manera tal, que faciliten la obra de Dios en y a través de nuestras vidas.

No podemos permitirnos ser pecaminosos, necios, ignorantes, descuidados, satisfechos de nosotros mismos, ni simplemente dejar que las cosas pasen. Si lo hacemos así, seremos vencidos con facilidad. El maligno está en acción y sacará ventaja de cualquier debilidad donde pueda.

Las Escrituras enfatizan en la necesidad de que nos esforcemos conforme al poder de Dios que actúa poderosamente en nosotros. Una y otra vez, las Escrituras nos exhortan a crecer fuertes, a ser diligentes y vigilantes porque nos encontramos en el contexto de una guerra espiritual. Es crucial que seamos diligentes en la verdad y vigilantes para impedir que le demos una oportunidad al enemigo de obrar en nuestras vidas.

Un vencedor

Aquél que es verdaderamente fuerte, es un vencedor. Y un aspecto importante de la vida de un vencedor es el de vencer al enemigo y a los poderes de las tinieblas.

1 Juan 2:14
Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.

La frase “sois fuertes” está estrechamente relacionada con: “y habéis vencido al maligno”. También se relaciona con: “y la palabra de Dios permanece en vosotros”. Cuando conocemos la verdad y vivimos de acuerdo a las instrucciones y revelaciones de Dios, y no conforme a nuestras propias opiniones y deseos, somos verdaderamente fuertes y podemos vencer al enemigo.

Este proceso de “vencer al maligno” culminará en la batalla decisiva que se describe en Apocalipsis 12:11, en la cual los vencedores (aquellos que son fuertes) tendrán una parte crucial.

Apocalipsis 12:11
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.

Los vencedores derrotan al maligno sobre la base de la victoria de la cruz (por el poder de la sangre del Cordero), sobre la base de la calidad de sus vidas (la palabra de su testimonio), y sobre la base de su profundo compromiso (ellos no escatiman sus vidas ni cuando se ven enfrentándose a la muerte). Están comprometidos con el Señor y con la verdad, y están preparados para dar sus vidas por esa causa. Ellos no vacilan; no se retractan. Ellos se mantienen firmes en el poder del Señor y vencen al maligno.

Nuestro desarrollo y preparación individual para ese día, así como la victoria constante sobre las obras del maligno en nuestras propias vidas y en las de otras personas, son parte del plan general de Dios.

Nosotros deberíamos tener un fuerte sentido de urgencia y un profundo sentido de la importancia de crecer en fortaleza. Para ganar batallas de forma eficaz en el campo espiritual, debemos estar listos. Mientras más fuertes y maduros seamos, más eficaces seremos en la batalla espiritual y en la derrota de las obras del maligno.

Además de aprender a derrotar las obras del maligno en nuestras vidas y las de otros, también deberíamos aprender a hacerlo en cuestiones más abarcadoras, como en la vida de la iglesia.

Existen muchos problemas en el pueblo de Dios y en el funcionamiento de la vida de la iglesia. Diversas tendencias en la vida de la iglesia contristan el corazón de Dios, obstaculizan la obra del Espíritu de Dios, y dan pie a los poderes de las tinieblas.

En muchas congregaciones, encontramos doctrinas erradas, actitudes negativas, valores y métodos mundanos. Detrás de la fachada, están en acción las obras de las tinieblas, multiplicando y magnificando los problemas. Sin embargo, lo que ocurre en las congregaciones y la forma en que obra el maligno, son procesos dinámicos, y la situación puede cambiar para mejor o peor, en dependencia de la respuesta de los creyentes. Los que son verdaderamente fuertes pueden desempeñar un papel importante en la batalla contra las fuerzas de las tinieblas, y vencer sus ataques e influencias negativas en la vida de la iglesia, así como contribuir a la salud de la iglesia universal.

La manera en que el pueblo de Dios ore, y cuán eficaces sean esas oraciones, tendrá un peso determinante en los asuntos y tendencias fundamentales de la sociedad. Muchas personas están sumidas en las tinieblas espirituales y atrapadas por creencias supersticiosas, la idolatría, filosofías mundanas, el materialismo y los placeres de este mundo. Ellos están en cautiverio y bajo un engaño profundo, cegados por el poder de las tinieblas. Si el pueblo de Dios es fuerte, su testimonio y oración pueden tener un peso importante sobre las realidades del ámbito espiritual y el estado espiritual de esas personas. El pueblo de Dios puede eliminar los obstáculos y barreras, y facilitar la penetración del evangelio en sus corazones.

Nuestro enemigo, el maligno, se opone a la obra de Dios y hace todo lo posible para impedirla, en todas las áreas y en cualquier momento. De modo que una dimensión importante en el ministerio de oración de una congregación, es la de vencer los poderes de las tinieblas y eliminar los obstáculos que obstruyen el avance del reino de Dios. Un aspecto de suma importancia en el avance del mismo, está en el corazón de los hombres (tanto creyentes como no creyentes) en su sumisión al reino de Dios.

Nuestras armas de guerra deben tener el poder divino

En 2 Corintios 10, Pablo habla sobre las armas de la guerra espiritual.

2 Corintios 10:3–4
3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

Pablo nos enseña que para vencer los poderes de las tinieblas y destruir sus fortalezas, no podemos usar armas carnales, ni podemos “militar según la carne”; es decir, no podemos depender de nuestra propia sabiduría, capacidades y recursos carnales. Nuestras armas tienen que ser poderosas desde el punto de vista divino, y nosotros tenemos que aprender a cómo pelear en la guerra espiritual según la guía del Espíritu Santo y con Su poder. Esto incluye aprender a ejercitar nuestro espíritu en oración, y orar con toda sabiduría y entendimiento espirituales, concentrándonos en las áreas debidas.

La guerra espiritual y el cumplimiento de los propósitos de Dios

En el mensaje pasado hemos considerado que un tema central de la epístola de Pablo a los efesios, es su profunda preocupación por el cumplimiento del propósito eterno de Dios.

En los capítulos 1 y 2 de Efesios, Pablo habla del misterio y de reunir todas las cosas en Cristo, y de cómo Dios procura hacer todas las cosas conforme al designio de Su voluntad. Él también habla de lo que Dios ha hecho y provisto para nosotros en el Señor Jesucristo. Pablo pide que los ojos de nuestro corazón se iluminen para ver estas cosas. Nos dice qué éramos antes de nuestra conversión, cómo caminábamos conforme a la corriente de este mundo, y cómo hemos sido salvos por medio de la fe.

En el capítulo 3, Pablo habla sobre la administración de la gracia de Dios, el misterio que le fue revelado a él, y que Dios está ahora buscando revelar a los creyentes. Pablo procuró predicar de las inescrutables riquezas de Cristo, y ayudar a los creyentes a entender cómo Dios quiere que hagamos nuestra parte en el cumplimiento de Sus propósitos, para que la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer ahora por medio de la iglesia, conforme al propósito eterno de Dios que hizo en Cristo Jesús, nuestro Señor.

En el capítulo 4, Pablo nos exhorta a andar de una manera digna de nuestro llamado. También habla de nuestra unidad en Cristo, nuestro buen crecimiento en la vida de la iglesia, y de las provisiones de Dios para ese propósito.

El versículo 16 nos dice que el funcionamiento adecuado de cada parte individual ayuda a todo el cuerpo a crecer saludable. A partir del versículo 17, Pablo nos exhorta a hacer realidad nuestra fe en la vida diaria. Aquí nos aconseja que ya no andemos como los gentiles, como aquellos cuyo entendimiento está entenebrecido. En cambo, debemos despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo, para que seamos renovados en el espíritu de nuestra mente (vs. 22–24).

Y en este contexto nos advierte que no demos lugar al diablo (v. 27), que no hablemos con palabras obscenas (v. 29) y que no contristemos al Espíritu Santo (v. 30).

En Efesios 5, Pablo nos insta a andar en amor, así como Cristo nos ha amado a nosotros (v. 2), y a abandonar toda inmundicia, conversaciones necias y bromas groseras (vs. 3–4). Él también nos anima a caminar como hijos de la Luz (v. 8), tratando de discernir lo que es agradable a Dios (v. 10), cuidando nuestra manera de vivir y aprovechando el tiempo (vs. 15–16). Además, nos exhorta a entender cuál es la voluntad de Dios (v. 17), y a no emborracharnos con vino, sino a ser llenos del Espíritu (v. 18). Pablo después habla de la relación que debe existir entre esposos y esposas, teniendo como patrón la relación entre Cristo y la iglesia.

En el capítulo 6, Pablo prosigue con las relaciones apropiadas entre hijos y padres, y entre siervos y amos. Después, en el versículo 10, dice: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”.

Resulta beneficioso ver cómo estos diversos pasajes encajan en toda la Epístola a los Efesios. El tema fundamental de la carta de Pablo a los efesios, es el cumplimiento de los propósitos de Dios, y para que esto ocurra, necesitamos vivir de acuerdo con la verdad, de manera que Dios tenga la libertad de obrar en y por medio de nosotros.

No es suficiente con tener sólo algunos conceptos en nuestra mente, con algún reconocimiento de la verdad. La verdad debe convertirse en parte de nuestra vida y debe reflejarse en el diario vivir. Debemos asegurarnos en nuestra vida diaria de no dar al enemigo una oportunidad de obrar, y de no contristar al Espíritu de Dios. Cuando esto sea real en nuestras vidas, estaremos en una posición de entender lo que significa: “fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10).

Peleando la buena batalla de la fe

Un aspecto importante de ser verdaderamente fuerte es estar apto en la guerra espiritual: ser capaz de pelear la buena batalla de la fe.

En Efesios 6:10–17, Pablo nos enseña cómo podemos ser fuertes en el Señor en la guerra espiritual.

Efesios 6:10–17
10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

Después de decirnos que seamos fuertes en el Señor y en el poder de Su fuerza, Pablo enfatiza de inmediato en la necesidad de vestirnos con toda la armadura de Dios, para que podamos estar firmes. Él insiste en la importancia de permanecer firmes, en los versículos 13 y 14. Ser verdaderamente fuerte es poder permanecer firme; es decir, perseverar, ser constante, no comprometer los principios, y no sentirse abrumado ni agobiado. Aquí Pablo está hablando de permanecer firme, no cuando todo está bien, o cuando no hay presión espiritual, sino en medio de la guerra espiritual.

Cuando consideramos el tema de la verdadera fortaleza, es importante que tengamos en mente la realidad de la batalla espiritual por dos razones.

1. Nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra huestes espirituales de las tinieblas (v. 12)

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne” no significa que no enfrentemos conflictos con las personas, ni que las tentaciones del mundo y el estrés de la vida no sean relevantes o reales. Sí lo son, pero lo que Pablo está tratando de decirnos es que necesitamos ver más allá del mundo visible y reconocer los poderes de las tinieblas en acción detrás de la escena; que la batalla real está en el campo espiritual. Por tanto, es preciso que seamos fuertes en el Señor, para que podamos vencer los poderes de las tinieblas.

2. La extensión del reino de Dios tiene una relación directa con la derrota de los poderes de las tinieblas

Cada progreso, cada avance del reino de Dios está siempre a expensas del reino de las tinieblas; de modo que podemos esperar que haya oposición espiritual. Las fuerzas de las tinieblas no estarán felices cuando estemos avanzando en su contra. Los poderes de las tinieblas son seres inteligentes. Ellos saben cuándo están amenazados.

Pablo habla sobre la astucia y las artimañas del maligno (2 Co. 2:11), implicando que éste es un ser inteligente. Cada vez que el maligno reconoce una amenaza a su dominio de tinieblas, si puede, él va a atacar primero. Protegerá su dominio y se opondrá con vehemencia a todos los intentos de extender el reino de Dios.

El maligno está actuando en las vidas (tanto de no creyentes como de creyentes), y muchos tienen diferentes grados de ataduras. Para alinear nuestros corazones con Dios y Sus propósitos, tenemos que resistir los ataques del maligno y vencer sus influencias en nuestras propias vidas y en las de los demás. A medida que los corazones de los hombres son liberados y se someten a Dios, el reino de las tinieblas retrocede, y el de Dios avanza.

Esto es lo que el Señor Jesús dijo al apóstol Pablo cuando lo envió a ministrar a los judíos y a los gentiles—que abriera sus ojos espirituales para que se volvieran de las tinieblas a la luz, y del dominio de Satanás a Dios.

Hechos 26:18
Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.

Satanás tiene dominio sobre las personas del mundo. Ellos viven en tiniebla y pecado. Tiene que haber una conversión de las tinieblas a la luz, una liberación de los cautivos, para que pasen del reino de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios (Col. 1:13). Esto implica una lucha en el campo espiritual; es guerra espiritual. Esa es la razón por la cual la fortaleza y la energía de la carne jamás pueden capacitarnos para ser verdaderamente fuertes; ellas quedan indefensas en el terreno espiritual. Para extender y desarrollar realmente el reino de Dios, necesitamos ser fuertes desde el punto de vista espiritual.

La armadura completa de Dios: la importancia de las cualidades morales y espirituales

En Efesios 6:13, Pablo prosigue enfatizando de nuevo en la necesidad que tenemos de “tomar toda la armadura de Dios”. La armadura de Dios tiene que ver en gran parte con las cualidades morales y espirituales del creyente.

“Ceñidos vuestros lomos con la verdad” (v. 14a) subraya la importancia del conocimiento sano. Necesitamos entender la verdad, asimilarla en nuestras vidas y andar en ella. Debemos ser hombres de verdad, y todo lo que hagamos debe corresponderse con la verdad.

“Vestidos con la coraza de justicia” (v. 14b) habla de nuestro carácter, nuestra relación con Dios, nuestros rasgos morales positivos, nuestra vida de justicia.

“Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (v. 15) se refiere a nuestra disposición espiritual. “Apresto” también puede traducirse como ‘disposición’. Todos los creyentes deben involucrarse en la propagación del evangelio. Extender el evangelio implica guerra espiritual. Por tanto, es importante que los creyentes estén equipados de forma adecuada, y que estén listos para poder pelear la buena batalla de la fe. Un buen cimiento en la verdad es importante para prepararnos y equiparnos de modo que seamos eficaces embajadores para Cristo y estemos listos para la guerra espiritual.

La fe es un aspecto importante para ser verdaderamente fuerte, por eso necesitamos tomar “el escudo de la fe” (v. 16); así podemos pelear la buena batalla de la fe. La vida de fe tiene una dimensión moral y espiritual positiva. Ello implica conocer a Dios y someterse a Él, entendiendo y asimilando la verdad que Él ha revelado en las Escrituras y caminando en la verdad.

“El yelmo de salvación” (v. 17a) es una pieza crucial de la armadura y se refiere a nuestra experiencia de la salvación de Dios. La salvación va más allá de la conversión. Comprende todo lo que Dios quiere para nosotros en Cristo, incluyendo la vida abundante y vencedora en Cristo, la cual puede ser nuestra experiencia cuando permanecemos en Él, y Él en nosotros.

“La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (v. 17b), es vital para vencer al enemigo. El Espíritu es “la espada”, como “la justicia” es la “coraza”; “la fe” es “el escudo”, y “la salvación” es “el yelmo”. “La palabra de Dios” se refiere al Espíritu de Dios. La guerra espiritual tiene lugar en el campo espiritual. Sólo podemos pelear la buena batalla de la fe según la guía y el poder del Espíritu. Para ser competentes en la batalla espiritual, tenemos que acudir al Espíritu Santo para que nos ayude a crecer en sabiduría y entendimiento espiritual, alimentar nuestra fortaleza y resistencia espiritual, enseñarnos a ejercitar la fe, y capacitarnos para orar de manera eficaz.

Las cualidades morales y espirituales del creyente son vitales en la batalla espiritual. Cuando Pablo nos exhorta a tomar “toda la armadura de Dios”, él nos está diciendo que seamos hombres y mujeres de fe y verdad—personas de buen carácter, que estén cimentadas en la verdad, que vivan de manera consagrada, y que sepan cómo confiar en Dios y vivir por fe. Cuando esto sea real en nuestras vidas, podremos estar firmes en medio de los ataques del maligno, y derrotarlo en el poder del Espíritu Santo.

Consideremos ahora cómo una vida de iglesia sana en el cumplimiento del propósito de Dios, implica que seamos eficaces en la batalla espiritual a un nivel corporativo. La imagen es la de unos vencedores que luchan juntos como un ejército poderoso de Dios.

La voluntad de Dios no es sólo tener creyentes que sean fuertes en el Señor a un nivel personal, sino creyentes que también puedan funcionar bien en la expresión de la vida del cuerpo. Cuando los creyentes funcionan bien juntos, se convierten en un ejército eficaz para Dios.

Nosotros somos el ejército de Dios inmerso en una guerra espiritual. Los soldados de un ejército no combaten solos. Es imposible pelear de forma eficaz y ganar una guerra solos.

Reflexione en la imagen de Efesios 6. Es la de todo un ejército de creyentes, donde cada uno es fuerte en el Señor; cada uno se pone la armadura completa, aprendiendo juntos como un ejército a pelear la buena batalla de la fe. Todos los creyentes deben aprender a pelear bien, no sólo como individuos, sino también con otros creyentes como un ejército, donde cada uno cumpla bien su parte. Este concepto es tan crucial para el ejército de Dios, como lo es para un ejército físico.

Funcionamiento adecuado de todas las partes

En un ejército, hay muchos roles. Algunos están en la primera línea, como la avanzada, los comandos y los soldados de infantería. Otros están en la retaguardia, como los ingenieros, los cocineros y otros miembros del colectivo de apoyo. En una fuerza de combate eficaz, todos ellos, ya estén o no en la primera línea, desempeñan funciones vitales.

Si los que no están en primera línea no contribuyen con su parte, el ejército perderá su eficacia. Si los ingenieros no construyen un puente apropiado o no lo hacen a tiempo, o si los cocineros no son higiénicos a la hora de preparar los alimentos, habrá consecuencias graves para los soldados. De modo que para lograr un ejército fuerte, eficaz, cada persona en el ejército debe desempeñar bien su rol. De nada sirve tener un buen general cuando el resto del ejército no está bien entrenado. Para ganar la batalla, un buen general necesita soldados buenos, bien entrenados, así como un buen grupo de apoyo.

También podemos considerar la analogía del cuerpo humano. En 1 Corintios 12, el apóstol Pablo asemeja el cuerpo de Cristo al cuerpo humano. En este, todos los miembros son importantes. Por ejemplo, el ojo y la nariz; ambos pueden tener roles diferentes, pero cada uno debe desempeñar bien su rol para que el cuerpo funcione como es debido. Asimismo, cada miembro del cuerpo de Cristo es importante. Cada miembro tiene un rol y una función diferente, y Dios nos ha dado diferentes dones a cada uno. Y para que todo el cuerpo de Cristo funcione bien, todos los creyentes deben hacer su parte a cabalidad.

Cada uno de nosotros puede contribuir al funcionamiento eficaz de la vida de la iglesia. Cualesquiera que sean nuestras responsabilidades, aún si parecen insignificantes, todos nosotros podemos y debemos contribuir al avance del reino de Dios.

Esta es la imagen en Efesios 4:11–16. Este pasaje viene antes y se relaciona con el de la batalla espiritual en Efesios 6. Aquí Pablo no está hablando de creyentes aislados que crecen bien por su cuenta, sino de una vida de iglesia saludable. Dios provee apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para que ayuden a los santos a estar preparados y crezcan en madurez juntos. Todos los creyentes tienen que trabajar juntos en una unidad orgánica para combatir bien, como un ejército. Cuando las partes individuales funcionan de manera adecuada, se produce el “crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef. 4:16).

1 Crónicas 12: una imagen de vencedores, el paralelo de un ejército de Dios eficaz

En 1 Crónicas 12, leemos un relato de David y sus valientes, con varias descripciones de las cualidades de estos hombres.

Al leer esta historia, podemos ver paralelos impresionantes entre los hombres de David como una fuerza poderosa en la guerra, y una iglesia sana como un ejército poderoso para Dios en la guerra espiritual.

1 Crónicas 12:1
Estos son los que vinieron a David en Siclag, estando él aún encerrado por causa de Saúl hijo de Cis, y eran de los valientes que le ayudaron en la guerra.

Para este tiempo, Dios había escogido a David y lo había ungido como rey en lugar de Saúl, quien había demostrado ser un rey indigno.

Pero el versículo 1 nos dice que para ese tiempo, David estaba “aún encerrado por causa de Saúl”, lo que quiere decir que Saúl estaba todavía aferrado al reinado, contra la voluntad de Dios. Saúl estaba persiguiendo a David incesantemente para matarlo. Estaba ejerciendo su poder y autoridad en contra de la voluntad de Dios.

De la misma manera, el maligno se aferra al poder y lo ejerce de una forma contraria a la voluntad de Dios. El maligno y los poderes de las tinieblas se oponen y obstaculizan la voluntad de Dios para que no se haga en la tierra.

Pero el versículo 1 también nos dice que los hombres que vinieron a David “eran de los valientes que le ayudaron en la guerra”. Ello encuentra un paralelo en los que son verdaderamente fuertes en la iglesia, que permanecen con el Señor Jesús en la batalla espiritual contra las fuerzas de las tinieblas.

1 Crónicas 12:2, 8
2 Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos para tirar piedras con honda y saetas con arco. De los hermanos de Saúl de Benjamín:
8 También de los de Gad huyeron y fueron a David, al lugar fuerte en el desierto, hombres de guerra muy valientes para pelear, diestros con escudo y pavés; sus rostros eran como rostros de leones, y eran ligeros como las gacelas sobre las montañas.

Los hombres de David estaban bien preparados y entrenados, eran hombres que podían manejar sus armas con efectividad. Podían manejar el escudo y la lanza, y podían usar tanto la derecha como la izquierda para tirar piedras y disparar flechas, algo que no es fácil de hacer. Eran hombres poderosos con valor, bien preparados para la guerra. No le temían a nada, eran capaces y rápidos.

De igual manera, para ser soldados eficaces en el ejército de Dios, los creyentes deben ser hombres de valor; estar aptos, bien entrenados espiritualmente, y ser capaces de manejar con eficacia las armas de la guerra espiritual.

1 Crónicas 12:14
Estos fueron capitanes del ejército de los hijos de Gad. El menor tenía cargo de cien hombres, y el mayor de mil.

Observe cuán poderosos y eficaces eran estos hombres de David; el menor entre ellos “valía por cien, y el mayor, por mil” (NVI). Este es en verdad un buen cuadro de los vencedores.

1 Crónicas 12:22
Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta hacerse un gran ejército, como ejército de Dios.

Este es un versículo interesante porque hace una referencia directa y una comparación con el ejército de Dios. La intención de Dios es levantar un ejército, un gran ejército. Como los hombres que vinieron a ayudar a David, nosotros debemos venir al Señor Jesús y someternos a Él como nuestro Rey para pelear Sus batallas.

1 Crónicas 12:23
Y este es el número de los principales que estaban listos para la guerra, y vinieron a David en Hebrón para traspasarle el reino de Saúl, conforme a la palabra de Jehová.

El ejército de David estaba bien organizado. Tenía estructura, divisiones, y sus hombres estaban equipados para la guerra. Ellos vinieron a David para pasar el reinado de Saúl a David—de acuerdo con la voluntad y la palabra de Dios. Como cristianos, nosotros debemos funcionar bien en la vida de la iglesia para que seamos un ejército bien equipado, presto para rescatar a los cautivos, de modo que éstos sean liberados del dominio de Satanás, y transferidos del dominio de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios—de acuerdo con la voluntad y la Palabra de Dios.

1 Crónicas 12:32–33
32 De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.
33 De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra, con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón.

Los hombres de David reconocían los tiempos en que vivían, el papel que debían desempeñar, la importancia de las cuestiones implicadas, y también sabían lo que Israel debía hacer.

Nosotros debemos conocer los tiempos en que vivimos a medida que nos acercamos a la Segunda Venida de Cristo. Debemos saber lo que hemos de hacer como pueblo de Dios, lo que Dios requiere de Su ejército. ¿Somos hombres y mujeres con un tenaz sentido de propósito y misión (según la mente de Dios) de acuerdo con lo que Dios nos ha revelado en las Escrituras?

Se repite varias veces que los hombres de David eran hombres que podían alinearse en formación de combate (vs. 33, 35, 36 y 38). Esto enfatiza la importancia de que los hombres luchen como un ejército bien coordinado. Por más capaces que fueran por sí solos, ellos no luchaban como soldados individuales, sino como un ejército, bien coordinado, donde cada soldado conocía su rol y responsabilidad, y de ese modo era capaz de cumplir su parte a cabalidad y luchar con eficacia.

De la misma manera, nosotros debemos ser capaces de pelear una buena batalla como un ejército unido, bien coordinado, en el que cada uno conozca su función. Y, como los hombres de David, debemos luchar como un solo corazón por la causa de nuestro Señor. Para tener éxito en la guerra, la lealtad, la unidad y el compromiso son cruciales.

El versículo 33 también menciona “toda clase de armas de guerra”. Todos nosotros tenemos roles diferentes en la guerra espiritual, y se necesita de diferentes tipos de armas para pelear una batalla. Dios nos ha dado diferentes dones espirituales para que nosotros podamos cumplir nuestras disímiles responsabilidades y complementarnos los unos a los otros.

1 Crónicas 12:38
Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey.

Así como los hombres de David “vinieron con corazón perfecto a Hebrón, para poner a David por rey sobre todo Israel”; y “asimismo todos los demás de Israel estaban de un mismo ánimo para poner a David por rey”, nosotros también debemos venir a nuestro Señor Jesús con corazón perfecto, totalmente sometidos a Él como nuestro Rey.

El ejército del Señor está comprometido con el avance del reino de Dios—para que el corazón y la mente de todas las personas se sometan al señorío y reinado de Cristo. Como soldados del ejército del Señor, esta es nuestra tarea y tenemos que realizarla con plena devoción.

Para poder ser un ejército poderoso para Dios, se necesitan creyentes fuertes, sanos, que hagan su parte individual como es debido. Cuando podemos funcionar bien en una vida de iglesia saludable, entonces puede manifestarse la multiforme sabiduría de Dios (no sólo en el mundo visible, sino también en el ámbito espiritual) “a los principados y potestades en los lugares celestiales”. Esto es lo que Pablo nos dice en Efesios 3.

Efesios 3:8–10
8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo,
9 y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas;
10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales …

En la medida que los creyentes se relacionen más y más con las riquezas inescrutables de Cristo, se hagan fuertes en el Señor, y lo sirvan de forma eficaz según el plan revelado de Dios, la multiforme sabiduría de Dios se manifestará por medio de la iglesia en el campo espiritual. Ello está de acuerdo con el propósito eterno que fue hecho en Cristo Jesús nuestro Señor (v. 11).

Ninguna de estas cosas puede ocurrir por nuestra propia fuerza, sino solamente en la medida que somos fortalecidos por medio de Su Espíritu en el hombre interior (Ef. 3:16).

La intención de Dios no es sólo levantar creyentes fuertes de forma individual, sino también un ejército poderoso para el Señor, para pelear la buena batalla de la fe, contribuir al avance de Su reino y liberar a los cautivos. Su intención es que los que están bajo cautiverio se liberen del dominio de las tinieblas y pasen al reino de Dios, y que cada creyente pueda vencer al enemigo en todos los aspectos de su vida.

Nosotros podemos contribuir de buena manera en la lucha contra las fuerzas de las tinieblas sólo si somos fuertes en el Señor y estamos bien cimentados en Él y en la verdad. Por tanto, debemos esforzarnos cada vez más por crecer en fortaleza, integrándonos en una vida de iglesia sana, aprendiendo y creciendo con los hermanos, y cumpliendo nuestra parte como es debido.

Resulta vital que crezcamos fuertes desde el punto de vista espiritual, que estemos bien equipados para la guerra espiritual, y que seamos competentes en ella. A medida que aprendemos a pelear la buena batalla, seguimos aprendiendo y creciendo cada vez más fuertes en el Señor.


1. ¿Qué entiende usted en cuanto a la realidad de que haya diferentes niveles de fortaleza espiritual? ¿Por qué es importante acudir al Señor para que nos ayude a crecer cada vez más fuertes en Él?

2. ¿Cómo y por qué el pecado, la duda, el temor, la ansiedad, el desaliento, la tristeza del mundo, la ignorancia, la necedad, así como todos los rasgos negativos de carácter, nos dejan débiles y vulnerables ante los ataques del maligno?

3. ¿Por qué es importante que los cristianos seamos competentes en la batalla espiritual? ¿Cuál es la relación que existe entre ser verdaderamente fuerte y estar preparado para la guerra espiritual?

4. ¿Cómo el relato de David y sus hombres poderosos, en 1 Crónicas 12, nos ayuda a apreciar en qué consiste un ejército eficaz para Dios, apto para la batalla espiritual?


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